"El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía". ( A. Nin)

lunes, 28 de diciembre de 2009

23 de octubre de 1932

¿ De donde viene esta negra sabiduría? De la bruma, la locura, el champagne, la intoxicación de las caricias, los besos, la exaltación. Estamos en el Poisson d´Or, las rodillas entrelazadas debajo de la mesa, borrachas la una de la otra; June esta borracha de sí misma. Le ha dicho a Henry que es nada, que ha fallado en su intento de ser dios y un Dostoievsky: que ella es un dios, su propio dios. Entonces, el milagro. La fantasía. Henry ha muerto. June ha aniquilado nuevamente a su par.
" Henry es un niño", dice. Protesto, digo que creo en Henry como artista, luego confieso que lo amo como hombre.
Fue cuando me preguntó: "Amas a Henry, ¿verdad?, que le di a Henry mi mayor don. Mis ojos se nublaron de dolor. Sabía que mi confesión había salvado a Henry. Nuevamente era un dios: sólo un dios podia ser amado por ella o por mí, dijo. De modo que Henry es un dios. Y con toda la inocencia de su automagnificación. June pregunta: "¿Estas celosa de Henry?.
Dios mío...¿ celosa del amor de Henry por June o del amor de June por Henry?
Entonces me disuelvo, me vuelvo fluida, fuyante. Huyo de la tortura que me aguarda como un gigantesco exprimidor de sangre, que comprime mi carme entre June y Henry. Escapo por medio de un esfuerzo sobrehumano...para evitar la autodestrucción y la locura. Por un instante quedo atrapada. June advierte el gran dolor en mis ojos. Les he dado mi ofrenda mayor: entrego el uno al otro al dar a cada uno la imagen más bella de sí mísmo. Soy sólo la reveladora, la armonizadora. Y al aproximarse el uno al otro, doy a June un Dostoievsky, a Henry una June convertida en creadora. Sólo mi humanidad está aniquilada. Los dos me han amado.
Amo a June y Henry menos en comparación con mi rebelión contra el sufrimiento. Siento que los amo en una vivencia que no puede destruirme - a la que no me entrego íntegramente - porque tengo la intención de vivir.
Noche. Vino Henry y conversamos, al principio tensos. Entonces quiso besarme y no se lo permití. No, no podía soportarlo. No, no debía tocarme; me haría mal. Estaba perplejo. Lo rechacé. Dijo que me deseaba más que nunca, que June se ha vuelto extraña, que las dos primeras noches con ella no sintió la menor pasión. Que desde entonces era como salir con una puta. Que me amaba, que solo conmigo sentía una conexión entre su imagen mental y su deseo, que era imposible amar a dos mujeres, que yo habia desplazado a June. Antes de que terminara de decir todo eso yo había capitulado - la intimidad parecía terriblemente natural -, nada había cambiado. Tanto no había cambiado que me senti aturdida. Y yo había pensado que nuestro vínculo parecería irreal y que se renovaría la conexión natural entre Henry y June. Él ni siquiera se acostumbra a su cuerpo; seguramente porque no hay intimidad.

2 comentarios:

  1. Interesante tu blog.

    Y tu muy fotogénica...

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  2. Gracias visite tu blog, me encanto la fotografía ....Un abrazo, sigue visitandolo..

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